Desde que tengo memoria, el deporte ha formado una parte muy importante de mi vida y la de mis cuatro hermanos. Enérgicos desde que saltábamos de la cama, mis padres nos dieron la oportunidad de apuntarnos a un club deportivo cerca de nuestra casa donde pudiéramos descargar esos nervios descontrolados practicando la actividad que más nos interesara. Así que, desde que tenemos 5 años hemos jugado activamente a varios de los deportes más sonados en España; fútbol, tenis, pádel, hockey hierba, golf, running, MTB… y desde unos años, he introducido el triatlón en nuestra lista.
A pesar de dedicarles tiempo a estas disciplinas, siempre nos ha ocurrido algo similar con cada una de ellas. Nos interesamos por una, la practicamos hasta que podemos constatar que nos podemos defender en competiciones “amateur”, y una vez llego a ese momento, empezamos a perder el interés y a buscar otro foco donde fundir nuestra energía. ¿Por qué? No estoy seguro, pero os escribo a continuación una reflexión.
El objetivo que suelo marcarme cada cierto tiempo es tener un desafío que consiga consumir tanto mi almacén de energía física como el de la energía mental, es decir, no únicamente por cansarme físicamente, me siento desfogado, también necesito que mi mente se “divierta”.
Esta diversión, al igual que a muchos de vosotros, muchas veces nos llega cuando estamos aprendiendo, conociendo y realizando algo novedoso. En el ámbito del deporte podría servirnos de ejemplo conocer una disciplina nueva, o nuevas maneras de ejercerla, o incluso compartirla con nuevos compañeros. Una vez cumplimentamos los “checks” que queremos realizar en ese deporte, empezamos a perder el interés por él, y comenzamos a buscar otra manera o disciplina donde desfogarnos o divertirnos.
Este hecho que he constatado con el deporte le ocurre a mucha gente en varias facetas de la vida, y donde creo que denota más peso es en la manera en que consumimos nuestro tiempo libre. En nuestros hobbies (deporte, música, cocina…). Queremos aprender y divertirnos dedicando nuestro tiempo libre a los hobbies actuales, pero con la mirada también puesta en aquellos que todavía no hemos podido comenzar a conocer o ejercitar.
Creemos que necesitamos 7 vidas, como los gatos, para probarlo todo.